El patrimonio vegetal de Lebrija ha perdido el 65% de las palmeras canarias
La palmera canaria (Phoenix canariensis), como especie emblemática de nuestra localidad, constituía casi la única especie que, por su singularidad histórica, cultural, simbólica, así como por su tamaño, se podría considerar especie ejemplar. Sin embargo, en los últimos cuatro años hemos visto como la palmera canaria de nuestra localidad ha sido abandonada a su suerte frente a la plaga del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus).




La palmera canaria (Phoenix canariensis), como especie emblemática de nuestra localidad, constituía casi la única especie que, por su singularidad histórica, cultural, simbólica, así como por su tamaño, se podría considerar especie ejemplar. Sin embargo, en los últimos cuatro años hemos visto como la palmera canaria de nuestra localidad ha sido abandonada a su suerte frente a la plaga del picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus).
Como decimos más arriba, Lebrija ha perdido el 65% de las palmeras canarias, entre las cuales había ejemplares como las del Asilo de San Andrés, que alcanzaban los 50 años y otras que rondaban entre los 20 y 30 años, la mayoría de ellas consideradas no sustituibles por su tamaño y características. La plaga del picudo rojo ha hecho estragos en amplias zonas de nuestro país, pero ya hace varios años que se puede controlar a través de la gestión integrada con tratamientos biológicos y químicos. De hecho, hoy día se considera una plaga controlable por el método integrado. Sin ir más lejos, Utrera es uno de los pueblos que, con unas prácticas adecuadas, han conseguido parar la pérdida de ejemplares de palmera canaria.
La causa podemos encontrarla en la ausencia de una planificación a través de una Gestión Integral de Plagas, unido a una mala praxis en el mantenimiento de las palmeras con podas excesivas, limpieza continua de los troncos (ya que éstas cuando se realiza el corte liberan feromonas que atraen al picudo), poda con técnicas prohibidas como la de trepa con espuelas, la no incineración de restos de palmeras Canarias afectadas por el picudo rojo y de restos de poda de palmeras. De seguir así la gestión medioambiental en nuestro pueblo, tememos que en un plazo de cinco años no quede un solo ejemplar de palmera canaria.
¿Qué proponemos?
En numerosas ocasiones hemos hablado de la necesidad de gestionar nuestra riqueza vegetal como lo que es, un patrimonio prestado que tenemos que conservar y mejorar para las futuras generaciones. Volvemos a insistir en la necesidad de poner en valor nuestro patrimonio verde, poniendo en marcha el Plan Director de arbolado urbano con unas ordenanzas municipales que protejan nuestro bien más preciado: la infraestructura verde.
El despilfarro que supone una mala gestión, la estamos sufriendo toda la ciudadanía, en nuestro medioambiente y también en nuestros bolsillos.